Una multitud nutrida de personas pertenecientes a diversas ramas de los derechos humanos, agrupaciones políticas, personas del ambiente artístico y publico general, se han sumado a una nueva manifestación, en contra de los femicidios y de la violencia física, psicológica y emocional ejercida contra la mujer.

Esta clase de violencia de género lamentablemente ha aumentado en los últimos años en Argentina, y parte de ese crecimiento se relaciona con la falta de políticas de estado eficaces, junto a la ausencia de estadísticas.  Junto a estas muestras genuinas, aparecen personajes de la farándula, que aprovechan para ventilar al aire en programas chimenteros, sus experiencias de haber sufrido la violencia de genero en carne propia.

En verdad es loable la campaña que están llevando a cabo, sin embargo se soslaya en este relato y muestras de repudio colectivo, la pregunta universal… ¿Qué lleva a una mujer a vincularse y sostener una relación con un hombre violento? ¿Qué conduce a una mujer a permanecer en un vínculo de pareja que es aburrido, carente de afecto y lleno de gestos miserables y descuidados hacia su propio bienestar? En Argentina resulta muy atractivo mediaticamente, generar un relato donde haya una victima y un victimario, un culpable e inocente. Parte de esta distorsión, suele reflejarse cuando un mediático ha sufrido un problema que involucra violencia. Solo ver el revuelo que ha generado el affaire de Barbie Vélez y Federico Bal, dos chicos jóvenes que se han hecho famosos solo por participar del Bailando por un sueño, demuestra cuan poco serio suele ser abordado este tema en nuestra sociedad.

 

Pero volvamos a las preguntas iniciales… ¿Qué lleva a una mujer a elegir involucrarse y sostener un vínculo violento? Uno de los grandes errores en el abordaje de la violencia familiar, es hablar de violentos, en vez de vínculos violentos. Como psicólogo suelo tratar mujeres que provienen de vínculos violentos de pareja y están saturadas de dolor y frustración por la realidad que viven. Sin embargo, debo remarcar que son las pacientes más difíciles y complejas de tratar, ya que traen un discurso ambiguo: Por un lado se quejan y quieren cambiar su realidad violenta, por el otro no se hacen cargo de su responsabilidad en mantener el vínculo. Por otra parte, algo que suelo mostrar a estas pacientes, es que así como es su realidad interna, eso se traslada a su realidad externa. Traduciendo: para que haya un maltratador, debe existir un aspecto interno en la mujer que se maltrate a si misma. De hecho no existe una solo mujer con un nivel saludable de autoestima que permanezca con un violento, por la simple razón que no permitiría que este la maltrate.

Para permanecer en el tiempo, sea un mes, 6 meses o  años en esta clase de relación, la mujer suele tratarse a si misma de manera descalificadora, negadora y falta de amorosidad. Sin este condimento psicológico interno, es imposible que una mujer acepte vivir un maltrato diario, sea por golpes, ironías, infidelidades, manipulaciones o falta de amor. La siguiente pregunta a formularnos es ¿Qué lleva a una mujer a tener un bajo nivel de autoestima que hace que permanezca en una relación violenta? Si investigamos el árbol psicogenealógico de estas mujeres, observaremos que provienen de generaciones donde han visto que sus madres y abuelas también han sufrido alguna clase de violencia. Aunque si indagamos mas a fondo, veremos que estos ancestros no han sido victimas, sino que han resignado su poder personal femenino en aras de un hombre.

Es bueno y necesario que hablemos de estas cuestiones profundas, que no suelen abordarse en televisión, ya que sino seguimos contribuyendo a un malentendido y posicionando a la mujer en un rol de victima indefensa, cuando en parte, solo en parte, no es verdad. El camino de transformación para la mujer salirse de una relación violenta, es el recuperar su poder personal, amarse a si misma y cortar con la cadena  violenta familiar de la cual forma parte inconscientemente. Esto se logra con un trabajo psicoterapéutico y el apoyo de un grupo que le brinde caricias positivas de apoyo, fuerza y contención.

 

Lic Pablo Nachtigall- Psicólogo y autor de “El equilibrio perfecto: Entre tu vida personal y profesional” (Urano- 2015)