El día del padre es una ocasión especial inventada para reunirnos en familia y regalar a nuestro padre algo que creemos de valor. Sin embargo también es una oportunidad de examinar nuestro vínculo paterno… ¿Cómo te sentís con tu padre? ¿Tenés asuntos pendientes que te generan malestar, dolor y bronca? ¿podés expresar lo que pensás y sentís con el de manera abierta y franca?

Muchas personas arrastran asuntos pendientes con sus papás. Sienten que deben estar en guardia, o bien discuten por minucias, o perciben que ellos no se interesan por como se sienten. De hecho los hombres culturalmente tenemos más predisposición para prestar poco interés a los sentimientos ajenos, pudiendo interesarnos más bien por los hechos concretos. Esto genera que muchos padres, no todos, tiendan a escuchar a sus hijos de manera acotada y limitada, creando una carencia emocional en la relación padre- hijo.

La figura de un padre es fundamental para ordenarnos y crecer con límites claros y saludables. Muchas personas con problemas de adicción, han crecido en familias con ausencia de una figura paterna. Poder revisar lo que nos sucede con nuestro padre, sea que el esté vivo o muerto, nos brinda una oportunidad de clarificarnos. Aquello que no resolvemos ni concientizamos acerca de nuestro vinculo paterno, luego se nos vuelve como sentimientos recurrentes de dolor, bronca y necesidad de ser “mirados y aprobados” por una figura paterna.

Hacer las paces con nuestro padre real e interno es un trabajo hermoso que requiere un proceso psicológico. Los frutos del mismo pueden ser curativos y determinantes para luego poder ser padres, pareja y personas sabias y equilibradas en nuestra vida laboral, personal y social.

Pablo Nachtigall- Psicólogo transpersonal
www.pablonachtigall.com